Artículo escrito por nuestra socia Eva Bruch y publicado originalmente en Abogacia.es en este enlace.
Texto parcial del artículo:
La tecnología es un elemento clave para el éxito de muchos despachos. Ya sea para mejorar la eficiencia operativa, aumentar la productividad o mejorar la experiencia del cliente, las herramientas tecnológicas son una parte fundamental de su estrategia. A la hora de implementar estas herramientas, los despachos suelen encontrarse ante la clásica dicotomía: desarrollar una herramienta tecnológica en toda su extensión, o integrar soluciones específicas a una herramienta base. Cada uno de estos enfoques tiene ventajas e inconvenientes, y en este artículo analizamos ambos para ayudar a decidir cuál es el mejor escenario.
Implementar y desarrollar una herramienta tecnológica
Esta opción conlleva el desarrollo de una herramienta a medida que se ajuste específicamente a las necesidades de despacho, aspecto muy ventajoso para firmas con necesidades específicas que no pueden ser satisfechas con herramientas preexistentes (algo poco común actualmente con el rico ecosistema legaltech y diversidad de verticales jurídicos).
Esta opción permite a los despachos tener un mayor control sobre la personalización de la herramienta (incrementando la satisfacción de los usuarios e incluso reduciendo las barreras de adopción) y si bien el coste del desarrollo suele ser mucho más alto, a largo plazo suele suponer un ahorro de dinero al no conllevar un licenciamiento recurrente.
En el otro lado de la balanza se encuentra la significativa inversión de tiempo y recursos al tener que explicar al desarrollador todos y cada uno de los pormenores del funcionamiento del despacho, y probar, testar, corregir, volver a probar y volver a corregir. En estos casos también, dar con el desarrollador adecuado puede no ser una tarea fácil.
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